Aokigahara es uno de los destinos culminantes en Japón para los amantes del turismo negro. Se trata de un bosque bastante normal y “bonito” a simple vista, pero trae consigo una historia bastante espeluznante,
Este bosque está ubicado en los pies del Monte Fuji, entre la prefectura de Yamanashi y Shizuoka, con unas dimensiones de 35 km². De los cuales solo se recomienda visitar hasta el primer kilómetro de profundidad como máximo, pues en este sitio la cobertura desaparece en cuestión de momentos, la facilidad para perderse es muy elevada y hay un campo magnético que impide el funcionamiento de los aparatos electrónicos. Incluido de brújulas.
La temperatura dentro de él es algo baja, por lo que se recomienda entrar algo abrigado. Y hay también bastante humedad, lo que hace que las plantas estén bastante verdes y frondosas. Es recomendable también ir con un calzado cómodo debido a que hay numerosos desniveles.
Aunque podrás informarte mejor en nuestros itinerarios haciendo clic aquí y te informaremos de todo al respecto ya que tenemos disponible esta visita para quienes lo deseen.
En la entrada del bosque se encuentra una tienda de souvenirs (ya que no solo se encuentra el bosque) con un punto de información turística.
Japón es un país donde la línea de separación entre el suicidio y la vida es muy fina. Por ello, muchas personas optan por venir a Aokigahara y terminar con su vida. A varios kilómetros de profundidad, y se hace una inspección anual para recoger todos los cadáveres acumulados a lo largo del año.
En el interior, no a mucha profundidad, podemos encontrar un cartel con un número de teléfono (el equivalente nuestro al Teléfono de la Esperanza) y un texto, cuya intención es evitar que sigas con esa idea.
Se dice que Aokigahara está unido a una maldición de la mitología japonesa.
Cuando hay una zona la cual se está investigando o se ha encontrado algo relevante para la policía, prohíben el paso a los visitantes.
Conforme vas caminando por aquí el camino puede parecer como cualquier otro, fácil de encontrar el camino de regreso si sigues tus pasos. Pero, por experiencia propia, no es así. Aunque lo parezca, al girarte lo verás todo igual y no sabrás por dónde has venido; así que recomiendo no desviarse mucho.
También, casi al principio hay dos carteles que marcan dos destinos totalmente opuestos: uno a la cueva del hielo, y otro a continuar por el bosque. Ni que decir tiene que este último es el menos recomendable, pero como es evidente, cada uno es el responsable de sus actos y sus decisiones.